
Por estos días, muchos puntanos han leído y disfrutado de un texto escrito por la prolífica y reconocida historiadora y docentes de San Luis, Leticia Maqueda, sobre la Villa de la Quebrada, su historia, su gente y el milagroso Santo.
Compartimos entonces, el fragmento que escribió la docente para rememorar lo que se vive y siente en la localidad del norte provincial, donde se desarrolla una celebración pagana a la que asisten miles de personas de San Luis y la región. La mayor muestra de fe de la provincia.
EL TEXTO COMPLETO
“Quedan pocos días para que el camino que conduce a la Villa de Peregrinos en la oscuridad de la noche se colme de peregrinos que caminan al encuentro con el Santo Cristo de la Quebrada. En estos días en que en el aire se respira la fiesta acerco unos pocos datos sobre el origen de la devoción.
Narra la tradición oral que un vecino de la zona, en donde hoy se levanta la Villa de la Quebrada Don Tomás Alcaraz, recorriendo el campo encontró en un tronco de algarrobo la imagen del Cristo crucificado. Tomándola la llevó a su casa pero, sin que pudiera encontrarse explicación el Cristo desapareció y unos días después lo encontraron en el mismo lugar en donde había sido hallado. Ante este hecho, la gente interpretó que el Cristo quería quedarse allí.
La noticia de que el Cristo era muy milagros se fue difundiendo por la región y comenzó a ser venerado por la gente del lugar, y de parajes y provincias cercanas.
Entonces la familia Alcaraz levantó una capilla en el lugar para que el Cristo fuera venerado. Esto habría ocurrido entre los años 1850 y 1860.
Esta veneración contó en forma casi inmediata con el apoyo pastoral de la Iglesia en forma esporádica hasta principios del S. XX. Ante el crecimiento de la devoción se fijó la fecha patronal el día 3 de mayo por ser este el día de la conmemoración de la Exaltación de la Cruz.
De estos primeros tiempos proviene la novena antigua que se rezaba. En la segunda década del siglo XX, se cortó la asistencia de la Iglesia y la veneración y la fiesta patronal eran organizados por los propietarios del Cristo que en esta época eran los que lo habían heredado: Don Sinforiano Alcaraz y su esposa doña Liboria Gómez de Alcaraz quien fuera la última dueña del “Santo” como popularmente le llaman al Cristo de la Quebrada.
En los días previos al 3 de mayo se rezaba la novena y en la fiesta patronal se realizaba la procesión. En estos tiempos primeros, el Cristo milagroso no salía nunca de la capilla levantada por la familia Alcaraz, por lo que se contaba con dos crucifijos más, a uno le llamaban “El Personero” y es el que se sacaba en procesión y a otro “El Representante” que se daba a besar. La novena culminaba con una fiesta en la que la noche vibraba al son de las guitarras, los cantos, los bailes, el locro, los chivitos al asador y las empanadas.
En un principio la veneración del Cristo, su novena y fiesta se dio en un marco casi exclusivo de religiosidad popular, pero al faltar la presencia de la Iglesia la fiesta posterior de “acabo de novena” se fue desvirtuando dando lugar a situaciones reñidas con el sentido religioso de la celebración. Es por eso que cuando en esta celebración popular comenzaron a producirse desordenes notorios y serios, el Obispado la prohibió y comenzó un largo pleito con la familia Alcaraz, para que ellos, que eran los “dueños” del Cristo lo donaran a la Iglesia y esta pudiera ordenar toda la celebración en el marco de sus normas.
En un momento de este pleito, el Cristo fue incautado por las autoridades y llevado a la ciudad de San Luis, con lo que la gente del lugar atónita con lo ocurrido decían: “se llevaron preso al Cristo”.
Finalmente en 1945 la familia donó el Cristo y la capilla al Obispado y posteriormente Monseñor Emilio Di Pascuo viendo la creciente devoción al Santo Cristo, refaccionó la capilla y encargó en Italia el Via Crucis de mármol de carrara que fue instalado en el cerro cercano.
La devoción al Santo Cristo de la Quebrada se ha sostenido a través del tiempo y llegadas las fiesta patronales una multitud creciente de peregrinos llega a la Villa a “tomar gracia”, a pedir por sus necesidades y esperar el milagro. Es una extraordinaria manifestación de religiosidad popular en la que vibra la Fe simple, sencilla y profunda del pueblo.
Junto a ella está el clima festivo, los cientos de puestos de vendedores de artículos múltiples que se mezclan con el aroma de las parrillas y lugares diversos de comidas. La procesión multitudinaria el día 3 de mayo cierra la fiesta. En los días siguientes poco a poco la Villa vuelve a su quietud en medio de la belleza del entorno serrano.
ÁLBUM DE FOTOS CON EL DETALLE DE LAS FOTOS

La imagen es pequeña, mide 16cm de alto por 15 cm en sus brazos extendidos y la cruz de estilo indoamericano mido unos 30 cm.







