Minería en Argentina: Entre el potencial dormido y el debate eterno

Por Carabias Guillermo
Columna de Opinión

La minería en Argentina parece vivir una paradoja constante: es, al mismo tiempo, una de nuestras grandes promesas económicas y uno de nuestros debates más desgastados. Un país con una de las mayores reservas de litio, cobre, oro y plata del mundo sigue sin decidirse del todo si quiere y cómo quiere desarrollarlas.

Mientras el mundo acelera su transición energética, y el litio se convierte en “el oro blanco” de las próximas décadas, en Argentina la discusión sigue empantanada entre extremos: entre quienes ven en la minería una oportunidad de crecimiento y desarrollo territorial, y quienes la señalan como una amenaza ambiental irreversible.

Lo cierto es que el país necesita dólares, inversiones genuinas, empleo formal y arraigo en regiones postergadas. Y la minería bien hecha regulada, fiscalizada y con licencia social puede aportar todo eso. Las provincias como, como Jujuy, Salta, Catamarca y San Juan, ya lo están experimentando. Allí, los proyectos de litio y otros están generando empleo, infraestructura y encadenamientos productivos que no existían. Pero también están revelando desafíos: el uso del agua, el control del impacto ambiental y la distribución de la renta.

Por otro lado, provincias como Mendoza y Chubut aún mantienen legislaciones restrictivas o directamente prohibicionistas, en gran parte como reflejo de movilizaciones sociales que han marcado límites claros. Y no es menor: la minería no puede imponerse por decreto, debe construirse con transparencia, diálogo y planificación de largo plazo.

El Estado nacional y provincial tiene la responsabilidad de dejar de ser un espectador o un facilitador de negocios opacos. Debe ser un verdadero regulador, que garantice el respeto ambiental, que cobre lo que corresponde, y que reinvierta en desarrollo local. La experiencia internacional demuestra que no se trata de minería sí o no, sino de cómo, quién y para qué.

La Argentina necesita dejar de patear este debate hacia adelante. Porque mientras seguimos discutiendo, otros países avanzan, invierten, exportan. Y nosotros seguimos con el potencial enterrado. Es tiempo de una minería moderna, sustentable y con sentido estratégico nacional. No alcanza con tener los recursos: hay que decidir cómo usarlos para transformar la realidad.

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