Por: Carabias Guillermo
La salud, entendida de manera integral, ya no puede pensarse sin hablar del microbioma. Es decir, de ese universo de microorganismos que habitan en el cuerpo humano y en el ambiente, y que condicionan desde el metabolismo individual hasta la estabilidad de los ecosistemas.
El XXIII Congreso Argentino de Nutrición, organizado por la Sociedad Argentina de Nutrición (SAN), cerró con una conferencia que dejó en claro este nuevo paradigma: “Microbioma y una sola salud”, dictada por el investigador del CONICET y docente de la Universidad Nacional del Litoral, Dr. Gabriel Vinderola.
“El microbioma es mucho más que un conjunto de microorganismos: es una pieza clave que conecta sistemas vivos y ambientes. Cuidarlo es, hoy, una estrategia global de salud pública”, afirmó Vinderola, en línea con el lema del congreso: Una sola salud.
La idea central es tan simple como desafiante: los problemas que aquejan a millones de personas en todo el mundo obesidad, malnutrición, enfermedades crónicas no transmisibles y degradación ambiental están profundamente vinculados con la alteración de los ecosistemas microbianos. No se trata solo de hábitos individuales, sino de cómo la salud humana, animal, vegetal y ambiental interactúan en un mismo entramado.
Este concepto de *One Health* viene siendo promovido por organismos internacionales como la FAO, la OMS, la WOAH y el PNUMA, y cobra hoy una fuerza renovada. El microbioma aparece como el “eslabón perdido” que conecta esas dimensiones. Un sensor y modulador que nos advierte cuando el equilibrio biológico se rompe y que, a su vez, puede ayudarnos a restaurarlo.
Vinderola propuso cinco líneas estratégicas para avanzar en políticas públicas, sistemas alimentarios, educación y salud, todas orientadas a proteger y potenciar la diversidad microbiana. La meta es ambiciosa pero clara: mejorar la salud de las personas y, al mismo tiempo, preservar la del planeta.
Quizás estemos ante un cambio de mirada radical: dejar de pensar en la medicina y la nutrición como intervenciones aisladas y comenzar a comprender que el verdadero desafío es cuidar los ecosistemas, porque en ellos también se juega nuestro futuro.
