Por unas horas más seguirán en el penal de Melchor Romero de Dolores, pero todo cambiará drásticamente ya que deberán cumplir sus penas separados en penales junto a los demás reclusos y en pabellones con superpoblación carcelaria.

Uno de los tantos carteles que se encuentran en el Servicio Penitenciario de Dolores

Hasta este lunes, los ocho rugbiers que asesinaron a Fernando Báez Sosa compartían pabellones propios, lejos de otros detenidos, con recreos donde no se cruzan con otros internos y horarios de visita exclusivos para sus familiares, atendidos por psicólogos y leyendo libros de sagas de fantasía como Game of Thrones.

Lo que vivieron en la Alcaldía N°3 de Melchor Romero y la Unidad N°6 de Dolores no puede llamarse un encierro VIP. Nadie querría un escándalo de esta magnitud, lo que mantuvo a los rugbiers seguros en todo este tiempo.

Tras la condena, el Tribunal N°1 requirió que los ocho regresen a Melchor Romero, a la espera que se decidan sus destinos finales.

Así, tras ser asignados a otros penales, entrarán en una realidad carcelaria totalmente distinta.

El resguardo de integridad física podrá ser mantenido, pero en base a sus penas. podrán ser separados y enviados a distintos penales, donde se encontrarán con el principal problema del SPB: el hacinamiento y la sobrepoblación.

Las cárceles bonaerenses tienen una capacidad nominal para cerca de 30 mil detenidos. Hoy, superan los 52 mil, de acuerdo a datos oficiales.

El penal de Campana, el más cercano a Zárate, sería el más idóneo para encerrarlos: la cercanía a las familias es un criterio que suele primar. Lo que ocurre en la práctica es otra cosa. Hoy, Campana se encuentra hacinado.

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