El billete de $2 aún no se lanza a las calles y ya quedó licuado por la inflación. Dos kilos de yerba, un kilo y medio de carne picada o poco más de tres kilos de pan es lo que se podría comprar, por lo menos en el inicio de esta semana de abril.

Un informe de Perfil, escrito por Agustina Bordigoni da cuenta de esta situación. En detalles, especifica que, de acuerdo con las previsiones de las consultoras que vaticinan un incremento superior o igual al de marzo en abril, lo más probable es que para los meses de junio y agosto, que es cuando se prevé que la Casa de Moneda entregue los primeros billetes, la inflación seguirá comiéndose el valor de esos 2 mil pesos.
Pero lo cierto es que los $2 mil empezarán devaluados. De acuerdo con los datos de consultoras privadas, la inflación de las dos primeras semanas de abril en alimentos básicos fue del 4,9%.
Según un relevamiento de PERFIL y sobre la base de datos de Consumidores Libres y Ecolatina, es muy poco lo que se podrá comprar con el nuevo billete de curso legal. Y, con el correr de los días, el billete más alto que tendrá Argentina alcanzará cada vez para menos.
Entre los productos de primera necesidad está la opción de llevar, por $ 2 mil, dos kilos de tomate perita, cinco kilos de azúcar, ochocientos gramos de bola de lomo, dos kilos de naranja u ocho litros de leche si se encuentra en oferta y en sachet. En el caso de leches larga vida, la cantidad de litros se reduce a cinco o seis.
Una familia tipo necesitaría varios de los nuevos billetes, que el Gobierno anunció como reconocimiento de los altos índices inflacionarios, para poder satisfacer sus necesidades diarias básicas.
En el caso de los gustos que algunas familias se pueden dar, el valor actual del billete que todavía no circula alcanza apenas para una entrada del cine.
Al poco valor del dinero, que se vio arrastrado nuevamente por la inflación de marzo, se le suma uno de los índices más altos de diferencia entre los precios que cobran los productores y los que pagan los consumidores por los alimentos en góndola.
Según la Confederación Argentina de Mediana Empresa (CAME), en marzo el consumidor pagó 3,7 veces más de lo que cobró el productor de agroalimentos. En promedio, la participación de estos últimos explicó el 28,3% de los precios de venta.
“Es una brecha estructural por intermediación que ha pasado toda la vida”, aseguró a PERFIL Salvador Femenía, secretario de prensa y vocero de CAME. “Se producen distorsiones por la inestabilidad económica en cuanto al porcentaje que van agregando los intermediarios” y a eso se le suma “la cascada de impuestos”.
“Es una constante que al productor le llega el menor valor”, comentó en este sentido a PERFIL Diana Chediack, productora de limones y nuez pecan en Tucumán. Pero el precio a la góndola no solo se explica por los intermediarios, sino también “por el aumento de los costos, que están dolarizados”, agregó. Al exterior, continuó Chediack, “se vende a un dólar ficticio”, pero los costos están al dólar real. “La falta de reglas claras”, comentó, impacta directamente en la inflación.
Al respecto, el analista económico, Damián Di Pace, aseguró a PERFIL: “Estamos en un momento de pérdida de poder adquisitivo con una inflación récord que también tiene fundamentos fiscales y monetarios”, y que afecta precisamente a bienes de consumo masivo. “En frutas calculamos un 168% de inflación interanual y en verduras un 180%”, afirmó el titular de la consultora Fokus Market.
Con un billete de $ 2 mil y a precios que seguramente no serán los de junio, hoy se podrían comprar dos kilos y medio de manzana roja o, dependiendo del lugar, cuatro o cinco kilos de limón.
Con información de Perfil